¿Juicios de valor? Una obra de arte no es ni “buena” ni “mala”. El bien y el mal tienen que ver con la ética y con la moral, no con el arte.
¿Criterios objetivos para juzgar una obra, desde la perspectiva del arte? Si existiesen, sería lo mismo que conocer la “receta” para crearla.
Ha sido común analizar el arte como un fenómeno cuya inteligibilidad está dada únicamente por el estudio de sus elementos formales. Esta posición ha generado diversas teorías que consideran al arte como algo cerrado en sí mismo, desvinculado de sus orígenes como de sus intenciones, autónomo, sin la necesidad de retroalimentarse de otros campos del saber. Arte por el arte, arte desinteresado, juicios solamente estéticos, la belleza nunca puesta en duda, estructura del arte, son algunos de los enunciados que generó y que en ocasiones la definen. Frente a ella, una corriente más reciente piensa que el contexto social y psicológico en que se desenvuelve el arte es esencial para comprenderlo. La postura actual, en contraste a la tradicional, rechaza las nociones de la unicidad, de la propia invención del ‘yo’ y de la interioridad y se apoya en un modelo propuesto por Lacant que más bien describe al ‘yo’ como un calidoscopio; es decir, una colección de superficies que reflejan y son coloreadas por el entorno.
¿Quién avala, valida, legitima, evalúa, pondera o califica una obra de arte? Tendría que ser un conocedor: alguien que se haya educado para obtener conocimientos y además tenga talento y autoridad para opinar….sin embargo, la manera de ejercer este poder o autoridad, al parecer también está determinada.
Pierre Bourdieu (1930-2002) establece importantes conexiones entre los juicios estéticos y las posiciones en el espacio social.
Haciendo uso de la investigación, demuestra cómo la clase social tiende a determinar los gustos e intereses de las personas, y cómo las distinciones basadas en la clase social se refuerzan cada día.
Bourdieu ha estudiado también la manera en que se ejercita el poder, y ha llegado a la conclusión de que el poder está en todas las actividades y prácticas del ser humano, incluyendo el arte, y según Gilles Deleuze “el poder se deriva de disposiciones, maniobras, tácticas, técnicas, funcionamientos; se ejerce más que se posee, no es el privilegio adquirido o conservado de una clase dominante, sino el efecto de conjunto de sus posiciones estratégicas”. El poder y las relaciones de tensión o de fuerza son necesarias en la sociedad.
Si observamos el comportamiento y la dinámica del arte dentro de la sociedad actual, podremos apreciar con claridad la pertinencia de las teorías de Bourdieu con respecto a este tema; sobre todo en lo que respecta al arte como una actividad determinada por la sociedad, el bluff, el status, el “gusto”, la búsqueda de la distinción, el poder, y el mercado.
Todos sabemos que el arte contemporáneo es tal vez el mercado de lujo más exclusivo, y su comercio lo disfruta una pequeña élite de creyentes a precios imaginarios.
El mercado cultural bebe de las fuentes del mercado en general. Además los marchantes, los profesionales del mercado internacional del arte y las multinacionales del arte, aumentan su poder con colecciones particulares que, generalmente, están orientadas a controlar el valor del arte, aunque por lo general un coleccionista bueno sabe combinar la habilidad para los negocios con el “gusto” por el arte, y aquí es pertinente mencionar otro postulado importantísimo de Bourdieu, el cual se refiere a lo “otro”, a lo de “afuera”, a ese “otro gusto”, es decir, al que es diferente al propio y que provoca actitudes de “disgusto”, de discriminación y menosprecio: “La intolerancia estética tiene violencias terribles. La aversión por los estilos de vida diferentes es, sin lugar a dudas, una de las barreras más fuertes entre las clases …[ ] Y lo más intolerable para los que se creen poseedores del gusto legítimo es, por encima de todo, la sacrílega reunión de aquellos gustos que el buen gusto ordena separar.” (BORDIEU, Pierre, La distinción: criterios y bases sociales del gusto, trad. María del Carmen Ruiz de Elvira, Madrid, Taurus, 1988, p. 54).
Bourdieu fue un ávido activista político y un firme y constante oponente de las formas modernas de globalización. Pierre Bourdieu veía a la sociología como un arma contra la opresión social y la injusticia.
El arte no es para todos. El arte es elitista. Tal vez esa es la razón por la que el sociólogo francés denunció que la sociología y el arte no se llevan bien juntos. Sumergiéndonos en su teoría donde “nada escapa a lo social” el arte no es sino una de las tantas actividades que se dan en la sociedad; está determinado para el juego social y por lo tanto, es en ocasiones víctima supeditada al poder y muchas otras el agente que lo ejerce aunque las más de las veces, es una poderosa herramienta, instrumento o estrategia que sirve a intereses de grupos o personas que desean, buscan y obtienen, aunque sea por un momento “la distinción”.
¿Qué es lo que le da a una obra de arte un valor objetivo? En mi opinión personal, una obra puede ser calificada por su calidad, su buena factura, su carácter innovador, su contenido y su influencia; es decir, su alcance…su dimensión. Si además llegase a ser un hito, a marcar un antes y un después, estaríamos ante una “obra maestra”.
Fuentes de consulta
1) ALISAL Sánchez del, Eloísa, publicado en el boletín GC: Gestión Cultural No. 12: Mercado del Arte Contemporáneo, junio de 2005. ISSN: 1697-073X, Valladolid, España.
2) ARBELÁEZ Tobón, Octavio, entrevistado por Andrés Muñoz Andrade, publicado en mensual.prensa.com, febrero de 2001.
3) BORDIEU, Pierre, La distinción: criterios y bases sociales del gusto, trad. María del Carmen Ruiz de Elvira, Madrid, Taurus, 1988.
4) KAUFMAN, Jason Edgard, Jumex Collection to open second huge gallery in Mexico City, publicado en The Art Newspaper, octubre 27, 2005, New York.
5) MARTIN Martín, Jesús Ángel, publicado en el boletín GC: Gestión Cultural No. 12: Mercado del Arte Contemporáneo, junio de 2005. ISSN: 1697-073X, Valladolid, España.
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